
Algunos son emprendedores en serie pero lo que tienen en común estos emprendedores es su capacidad de reinventarse y sus ganas de mejorar el mundo, por eso inspiran.
“Empresario, cineasta, creativo, conferenciante, regatista y viajero, el resto son defectos y poesía”. Así es como se presenta Álvaro Cuadrado http://alvarocuadrado.com/ en su página web. A los 19 años, creó su primera empresa; una productora de documentales con la que da la vuelta al mundo descubriendo más de 80 países buscando concienciar sobre protección del planeta y convivencia entre culturas. Desde entonces no ha abandonado la senda del emprendimiento orientado siempre a fines sociales.
Para apoyar otros proyectos de impacto funda Square Ventures , una consultora de innovación desde la que ha lanzado más de 20 proyectos sociales. Entre los últimos destacan Bluemont, para crear generadores capaces de convertir en agua potable la condensación del aire, proyecto con el que se alzó entre los ganadores de los Premios Impacto ODS, y el proyecto Hambre Cero puesto en marcha a raíz de la pandemia para atender a los colectivos más vulnerables y con el que ha conseguido repartir más de 4.077.142 de raciones de alimento entre más de un millón de familias afectadas por el Covid19.
Es también fundador de Square Green Capital, desde donde realiza inversiones multisectoriales para conseguir recursos económicos que ayuden a otros proyectos sociales, como BikiniBurka https://bikiniburka.org/, un medio de comunicación que cuenta con más de 150 redactoras de 20 países.
“Emprender a partir de los 50 es una aventura apasionante, no exenta de zonas oscuras, de mucho esfuerzo, de momentos de desánimo y frustración, pero que compensa todo lo negativo cuando te cruzas con alguien y te dice, yo creo en ti”. Las palabras corresponden a Luis Miguel Fernández Montañez, CEO y fundador de Parapentex Studios, experto en big data, en estrategias de transformación digital y autor del libro ‘Mi visión de lo posible’.
Fernández Montañez lanzó su primera empresa fallida a la edad de 18 años. Tal vez por ello luego se decantó para trabajar por cuenta ajena para grandes multinacionales como consultor estratégico. Era otra forma de seguir emprendiendo, pero desde dentro de una corporación para las que puso en marcha numerosos proyectos innovadores.
Sin embargo, ello no impidió que a los 50 años se viese en la calle. Después de atender a más de 200 ofertas de empleo, no le quedó otra que asumir que, a sus años y con su experiencia, nadie le iba a contratar. Así que se animó a montar su propio proyecto.
“Yo emprendí por necesidad”, reconoce. “Buscaba un negocio que fuera rentable pero, sobre todo, que tuviera impacto. Pensé que podría poner al servicio de otros emprendedores el conocimiento que antes había ofrecido a los corporaciones y ayudarles en el camino a la transformación en momentos de incertidumbre como los de ahora”.
La idea se plasma en el proyecto Unvistcon el que Fernández Montañez y el equipo de expertos que le acompañan quieren poner al alcance de todo el mundo y de cualquier emprendedor un ecosistema digital de pensamiento estratégico.
“Vamos a elevar en el nivel de visión estratégica de profesionales y empresas en el mundo, creando el mayor ecosistema digital del pensamiento estratégico”. Ese es el ambicioso plan que se propone cumplir Fernández Montañez, ahora ya con 56 años cumplidos y trabajando desde su nuevo despacho: un garaje que poco tiene que ver con los despachos que había ocupado antes y donde se siente encantando.
Tuvo que trabajar de pizzero, mensajero, camarero “y todo lo que acaba en ero” para darse cuenta de que ese era el panorama a futuro si no se ponía las pilas para aprobar la selectividad. También encontró pronto el sentido a estudiar Derecho. Josep Coll, quien ya por entonces lideraba su propio grupo de música, sabía que de la industria vivían todos mejor que el artista. Le favoreció también el hecho de que a pocos les hubiese interesado antes resolver el problema porque se encontró con un nicho de mercado con alto potencial de crecimiento y escasa competencia.
Así que lo primero que fundó tras acabar la carrera fue la Asesoría Jurídica de las Artes, un despacho de abogados especializado en la defensa de la propiedad intelectual. Lo de emprender fue lo de menos, porque ya tenía claro que no quería trabajar para terceros y tenía por defecto madera de emprendedor heredada de su abuelo, su tío y su madre a quien acompañó vendiendo vestidos por la playa antes de montar su propia cadena de tiendas de moda en las mejores zonas de Barcelona.
Al frente de la asesoría jurídica estuvo Coll 15 años llegando a tener clientes de la talla de Malú, la familia Iglesias o Estopa a quienes negociada los contratos con las discográficas. Todo bien hasta que llegó Napster a España, la tecnológica surgida en EE.UU. en 1999 y su software de barra libre para la piratería.
Su segundo emprendimiento fue Red Points una idea para combatir la piratería en internet, a la que ahora se mantiene vinculado como accionista. Al abandonar la compañía asumió el compromiso de no trabajar durante un tiempo. No le importó porque, como él mismo dice, “después de años tan intensos, me había quedado vacío”. Así que aprovechó la circunstancia para vivir otro de sus sueños: trasladarse, con su mujer y su hija, a vivir un año en Nueva York.
Recuerda la experiencia como muy gratificante, pero lo que de verdad le ayudó a recargar energías, fue la aventura que acometió al volver a España. “En esta ocasión se trataba de vivir el sueño que mi madre no pudo cumplir, hacer la Ruta al Paraíso hasta llegar a la Polinesia”. Enfundado en una cazadora de cuero, se subió a su moto, “la bestia parda”, y partiendo de su pueblo, St. Feliu de Guixols, emprendió un viaje de 30.000 kilómetros rumbo a Bora Bora. En total fueron 5 meses y 11 días de viaje atravesando en solitario terrenos como el Desierto del Gobi a la vez que recaudaba fondos para la Fundación Anita http://www.asociacionanita.org/, contra el cáncer infantil y de la que es cocreador. “Esto sí que me vino bien. Lo necesitaba”.
Ya con las pilas cargadas, Coll retoma un proyecto que venía cocinando hacía tiempo: RepScan , la suma de Reputación y Scanner con la que esta legal tech está dispuesta a convertirse en la primera opción de cualquier ciudadano del mundo que quiera eliminar de internet cualquier contenido negativo contra su persona.
Ester López Urbano es una joven emprendedora que fue víctima de maltrato en la infancia además de sufrir bullying en la escuela. Actualmente es madre a la vez que impulsa un proyecto orientado a ayudar a otras mujeres a superar las cargas emocionales relacionadas con la infancia y la familia. Ester trabaja la mente subconsciente a través de la terapia Qilimbic y el trance generativo para liberar el lastre emocional que acumula una persona en su vida diaria.
La infancia y adolescencia de Ester López Urbano no fue fácil en casa. La tolerancia a la agresividad era una realidad y esta situación no mejoró cuando también comenzó a sufrir acoso por algunos compañeros en el Instituto. El principio en su vida no fue sencillo, y por ello ahora su misión pasa por ayudar a otras mujeres a sanar a su niña interior y a iluminar su oscuridad para ser por fin felices. “Yo tenía que nacer en una familia caótica para aprender y ser quien soy”, añade Ester.
Para ayudar a otras mujeres, se ocupa de trabajar la mente subconsciente a través de la terapia Qilimbic y el trance generativo, que permiten liberar el lastre emocional que acumula una persona en su vida diaria. “Desde el principio sabía que no iba a limitarme a trabajar con la parte cognitiva porque esto no es suficiente para sanar. Si bien funciona para analizar las cosas que le han ocurrido a una persona a lo largo de su vida no servirá para que deje de sufrir al sentirlas”, sostiene.
Con respecto a Qilimbic, se refiere a ella como “una técnica muy concreta en la que entramos en contacto con el subconsciente que es el guardián de toda esa información para trabajar directamente con esas emociones que se han quedado sin procesar y que mantienen en esa posición a una persona”.
Ester trabaja con las mujeres que acuden a ella durante aproximadamente tres meses. Y aunque al principio se trabaja de forma individual, el formato grupal es algo que Ester ha comenzado a ofrecer porque la experiencia está siendo muy positiva entre las mujeres a las que ayuda.
En Closca Design se alzaron con el premio al producto más innovador de año en la edición 2017 de TED Gift Experience. Se trata de un casco plegable para garantizar la seguridad en el uso urbano de las bicicletas. La idea es de Carlos Ferrando, CEO y fundador de Closca una empresa de diseño pero, sobre todo, con valores y con un firme compromiso con el cuidado del planeta.
Como producto, el caso funciona. Cuenta con especial acogida en los mercados de Alemania y EE.UU y se distribuye ya en boutiques de alto nivel, como MoMa Design Store, Adidas o Paul Smith, entre otros. Pero la intención final de la idea es propiciar el uso de la bicicleta como medio de locomoción en las ciudades y aliviar así la contaminación atmosférica. El otro producto lanzado por Closca con una finalidad similar es Closca Bottle, una botella de agua que quiere contribuir a la reducción de los plásticos que dañan a nuestro planeta. Orientada a los ciclistas, pero válida para todo el mundo, Closca ha desarrollado también una app que te ayuda en los desplazamientos a identificar las fuentes de agua más cercanas para rellenarla.
De esta manera es como tratan de inspirar y motivar el cambio actitudes a través del diseño creando productos con significado para ti generando un impacto positivo en el planeta y en cómo eres capaz de inspirar a otros a unirse al cambio.
En opinión de Carlos Ferrando, es una responsabilidad de los nuevos emprendedores procurar el uso de su talento y habilidades en beneficio un mundo mejor. Él intenta hacerlo.